viernes, 31 de octubre de 2008

La Jungla de Cristal

Empecé a tamborilear mis dedos sobre el pantalón bastante antes de que volvieran a anunciarlo por los altavoces:

-Última llamada para los pasajeros del vuelo blogspot con destino a 30 Minutos. Procedan inmediatamente por la puerta de embarque.

-Dónde se abrán metidos éstos? -me pregunté en voz alta.

Un poco inquieto, fui de nuevo a las tiendas de Duty free para asegurarme de que no estaban inmersos por algún ataque espontáneo de compras sin sentido, pero salvo una dependienta con sonrisa apelmazada y una pelusilla de esas del desierto, no puede ver nada (las estanterías repletas de cosas que no necesito siemprte adquieren propiedades de invisibilidad).

Volví a mirar la hora preocupado en el móvil y decidí dar una última carrera por los pasillos para mirar de nuevo en el infame cubículo de los fumadores. Lluegué resoplando, algo despeinado, y con un silbido asmático que se me escapaba entre los dientes que me advertía qde que mi sistema respiratorio no iba a tolerar tal inmundicia. Salvo un cenicero repleto de colillas y cajetillas de tabaco arrugadas (tal es la ansia de los fumadores) no había senyales de vida.

Entonces los altavoces empezaron de nuevo:

-Absoluta última llamada para los senyores pasajeros del vuelo blogspot con destino a 30 Minutos. Embarquen de inmediato!

Exasperado, cerré la puzertas del cubículo de inmundo y empecé a gritar.

-Aaaaarrrrgh!!!!!

La gente que deambulaba ociosa por los pasillos me miraba extranyada y se apartaba de mi camino. Cuando ví a la pareja de seguridad acercarse al trote hacia mí, empecé a correr en opuesta dirección sin ningún motivo mientras volví a gritar como loco, empezando a cogerle el gustillo a la idea de ser un lunático.

-Alto! Deténgase! -gritaron los monigotes.

Pensé que sería más divertido si realmente me detenía, ya que no me apetecía ser disparado en la espalda, y, en honor a la verdad, siendo un fimador asmático, no iba a llegar muy lejos de todos modos. Así que me paré en seco y me dí la vuelta con los ojos desencajados, a tiempo para ver a los gorilas patinar por el suelo encerado. Con una elegante filigrana esquivé a ambos y los ví desaparecer, todavía patinando, corredor abajo.

Entonces, muy calmadamente, me peiné el flequillo, apagué el móvil y me lo guardé en el bolsillo de la chauqeta. Miré alrededor y, con un gran impulso corría hacia la enorme cristalera que atravesé de un salto con los brazos cruzados por delante.

CRAAASH!!!!

El tiempo se ralentizó. Los minúsculos cristales giraron lentamente en el aire como cristalinas gotas de agua en la cresta de una ola justo antes de romper. Me vi flotar en el aire con los cristalitos unos instantes antes de empezar a aitar los brazos y echar a volar.

Pude imaginarme la cara de todos viéndome volar, pero no mire hacia atrás porque lo importante, coimprendí, era seguir batiendo los brazos, y volar, volar, volar hasta desaparecer en el ínfimo horizontze de los 30 Minutos.

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(que me perdonen los duendes malignos por el minuto de mas!)